La crianza de los hijos es una de las experiencias más transformadoras y retadoras que enfrentan los padres. Lograr un balance entre poner límites claros y, a la vez, brindar un ambiente de amor y apoyo incondicional, no siempre es tarea fácil.
Sin embargo, con las herramientas adecuadas es posible crear un entorno familiar que promueva el desarrollo emocional sano de los niños. La crianza positiva ofrece un marco y estrategias prácticas que permiten formar hijos seguros de sí mismos, responsables y capaces de gestionar sus emociones y comportamientos.
¿Qué herramientas existen para fomentar el desarrollo emocional de los niños?
Este enfoque se basa en validar los sentimientos infantiles, establecer límites con respeto y afecto, enfocarse en soluciones en lugar de castigos, resaltar las cualidades positivas y fomentar la responsabilidad, entre otros pilares fundamentales.
Aprender estas habilidades puede marcar una gran diferencia en la vida de los padres y en el desarrollo de los niños. En este artículo exploraremos a profundidad las claves de la crianza positiva y cómo aplicarlas para formar hijos felices y emocionalmente
Validar las emociones
Validar las emociones de los niños es fundamental para su desarrollo emocional. Los padres deben demostrar que entienden y aceptan lo que sienten sus hijos, sin intentar cambiar o minimizar esas emociones.
Por ejemplo, cuando un niño se enoja porque un amigo no quiso jugar con él, en lugar de decirle «no es para tanto», se puede validar «entiendo que estés molesto, a mí también me frustra cuando no quieren jugar conmigo». Esto envía el mensaje de que su enojo es comprensible.
Otro ejemplo es cuando un niño llora desconsolado porque se le cayó su helado. Los padres pueden validar «veo que estás muy triste por tu helado, es normal llorar cuando pierdes algo que te gustaba mucho». Demostrar empatía y comprensión por sus sentimientos ayuda a los niños a gestionar mejor sus emociones.
Establecer límites con amor
Los límites son necesarios para que los niños aprendan autocontrol y desarrollen su sentido de responsabilidad. Sin embargo, es importante establecerlos con amor y respeto.
Quienes son padres pueden explicar las razones detrás de los límites con un lenguaje positivo para que los niños los interioricen mejor.
Por ejemplo, en lugar de gritar «¡no corras!», se puede decir con firmeza y cariño: «veo que tienes mucha energía pero no se puede correr en la tienda, podemos chocar con alguien. Caminar te ayudará a controlar tu cuerpo».
Es clave mantener la calma y evitar amenazas o castigos. Los niños necesitan límites claros y consecuencias razonables cuando no los cumplen. Esto les da la seguridad para regular su comportamiento.
Enfocarse en soluciones, no en castigos
Cuando los niños se portan mal, enfocarse en buscar soluciones constructivas en lugar de solo castigarlos fomenta que aprendan a reflexionar sobre sus acciones y a desarrollar autocontrol.
Por ejemplo, si un niño golpea a su hermano, los padres pueden preguntar «¿cómo podemos arreglar esta situación para que no se lastimen?» e invitarlos a pensar en formas de reparar el daño, como darse un abrazo o dibujar una tarjeta. Centrarse en soluciones motiva a los niños a cambiar su comportamiento.
Resaltar las cualidades positivas
Elogiar y resaltar los talentos, cualidades y valores positivos de los niños fortalece su autoestima y los motiva a continuar creciendo en esas áreas.
En lugar de etiquetas negativas como «eres desordenado», se puede elogiar específicamente cuando ordenan sus juguetes diciendo «veo que guardaste tus juguetes en su lugar, ¡eso es ser muy ordenado!». Reconocer lo que hacen bien los impulsa a repetir esos comportamientos.
Fomentar la responsabilidad con tareas acordes a la edad
Asignar a los niños tareas del hogar acordes a su edad, como tender su cama, poner la mesa o regar las plantas, les ayuda a desarrollar responsabilidad y a sentirse parte de la familia.
Lo importante es explicar bien la tarea y felicitarlos por su contribución cuando la completan adecuadamente, no solo criticar. Esto motiva a los niños a esforzarse sin sentirse abrumados. Aumentar progresivamente las tareas también aumenta su sentido de competencia.
Expresar afecto frecuentemente
Expresar afecto tanto física como verbalmente es fundamental para el desarrollo emocional infantil. Los abrazos, besos, decir «te quiero», dedicar tiempo de calidad para conectar, son formas de transmitir a los niños que son valiosos y dignos de afecto incondicional.
El afecto hace que los niños se sientan seguros para explorar su entorno y gestionar sus emociones. Demostrárselos frecuentemente hace que interioricen ese afecto como una fuente interna de seguridad y valor personal.
Ser coherente
Los niños necesitan coherencia en la crianza para sentirse seguros y aprender a regular su comportamiento. Si los padres cambian constantemente las reglas y consecuencias o los mensajes que dan, los niños se confunden.
Mantener la coherencia en la crianza da previsibilidad y promueve la confianza. Por ejemplo, si un día se permite saltar en el sofá y al otro se castiga por ello, el niño no sabe a qué atenerse. Tener pautas predecibles les da estabilidad emocional.
Predicar con el ejemplo
Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. Es crucial que los padres modelen con su ejemplo las conductas y actitudes que quieren transmitir a sus hijos, como respeto, honestidad, trabajo duro y perseverancia.
Por ejemplo, si los padres le piden al niño que no grite pero luego gritan cuando se enojan, el mensaje se diluye. Los hijos copian lo que ven en casa. Los padres deben alinear sus acciones con lo que quieren enseñar.
El modelaje es una de las herramientas más poderosas para formar hijos íntegros. Pueden aprender a gestionar sus emociones observando cómo lo hacen sus padres en situaciones estresantes de la vida real.
La crianza positiva, basada en validación emocional, comunicación efectiva y coherencia, brinda herramientas sólidas para formar niños seguros, responsables y felices.
Aunque requiere esfuerzo, su impacto positivo en el desarrollo infantil bien vale la pena. Padres emocionalmente inteligentes pueden criar hijos emocionalmente inteligentes.